martes, 9 de febrero de 2010

Extrañar.

Es una palabra que digo con bastante frecuencia. Casi tanta con la que denomino 'raro'
Esque, cuando uno es demasiado diferente a todo y (o) demasiado igual suele clasificar en una palabra esas cosas. A veces confunde, porque toman 'raro' como un adjetivo descalificativo... sólo por el hecho que raro les suena a desconocido y desconocido les suena a algo que se debe temer.
Pero no es así, en un momento de rareza el extrañarse de algo resulta algo intrigante, casi mágico.
Pero, no menos que extraño, porque esa palabra por lo general sucede luego de un te... y ahí ni Joyce me podría decir lo raro y lo poco descriptible que sería esa extrañeza. Porque esa si es fea, pero no descalificativa. Tampoco es tan fea, lo suficientemente fea para recordar que existes raramente en este mundo lleno de extrañeza.

Porque sabes bien que mi mundo es un cubículo limitado por esas mágicas alas que conozco por tus brazos. Y que toda rareza empieza y acaba cuando recibo uno de tus besos... uno, sólo uno.

Te extraño...

2 comentarios:

Ate dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ate dijo...

Blogger Ate dijo...

Y son momentos los que regresan con cada palabra, esos en los que nuestros límites corporeos se rozaban en un instante tiernamente mágico, lleno de intensidad. La parálisis y el movimiento contenidos en dos miradas. En el deseo de un beso, una caricia, un roce más... nunca, nunca suficiente. Intentándo hacer lo efímero eterno, sonriendo ante el reproche "locos".

"But from this night not a whisper, not a thought, not a kiss nor look be lost." Lullaby