Salir a la calle, escuchar pájaros mal sonantes y chocar con el abrasivo sol de verano. Coger el bus o simplemente caminar. Pasear por una ciudad que fue vaciada en días de antaño. Y los pájaros siguen ahí tan molestamente malsonantes. Miro uno pasar por arriba, para sorpresa un carroñero, para sorpresa, uno que ni suena. En silencio describe circunferencias imaginarias por el cielo y en ella enmarca las, pocas, nubes que sobrevivieron al corrosivo calor.
Llega el momento de parar, de ver la hora quizá. Que ya he llegado temprano a mi fin y no tendré más que esperar. Porque, eso es sencillo. Es como subir la escalera de una casa...
...de quinientos pisos.
Llega el momento de parar, de ver la hora quizá. Que ya he llegado temprano a mi fin y no tendré más que esperar. Porque, eso es sencillo. Es como subir la escalera de una casa...
...de quinientos pisos.
3 comentarios:
Me encantó esa ultima palabra, sobre la escalera de quinientos pisos...
Te cuidas Miguel
buenisimo =O
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